Guerra Económica en EEUU: La Batalla entre la Deuda y Tasas que amenaza con detonar la prosperidad
Un Polvorín de Billones: cómo el gasto desenfrenado y las tasas altas están fracturando la economía nortemericana
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En este artículo hablaremos de:
Conflicto entre política fiscal y monetaria: Cómo el gasto masivo del gobierno y las altas tasas de interés de la Fed crean una economía frágil, con crecimiento aparente pero riesgos estructurales, afectando especialmente a las PYMES y aumentando la deuda pública.
Cambio hacia un mundo mercantilista: La desconexión entre los mercados y la realidad geopolítica, con el auge del proteccionismo y el nacionalismo, exige que los inversores adopten estrategias alineadas con sectores que prioricen la producción y la soberanía, anticipando alta volatilidad en 2025.
Impacto de los déficits fiscales y tarifas comerciales en el crecimiento económico: Hablamos de cómo los altos déficits fiscales impulsan un crecimiento robusto pero distorsionado en el PIB, mientras las tarifas comerciales generan ruido en los indicadores económicos, creando ganadores y perdedores entre industrias y tensiones políticas, como el enfrentamiento entre Musk y Trump sobre el presupuesto.
Guerra Económica en EEUU
La economía de Estados Unidos está atrapada en un conflicto entre dos fuerzas opuestas: la política fiscal y la política monetaria.
Por un lado, el gobierno gasta billones de dólares en estímulos y recortes fiscales, lo que impulsa la demanda y hace que el Producto Interno Bruto (PIB) parezca sólido.
Por otro lado, la Reserva Federal (Fed) sube las tasas de interés para controlar la inflación, encareciendo los préstamos y frenando el consumo.
Este choque, descrito como una “guerra económica”, crea una “prosperidad distorsionada”: la economía parece crecer, pero oculta grietas graves, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (PYMES). Esta contradicción está generando problemas inmediatos y riesgos a largo plazo.
El gasto masivo del gobierno aumenta la deuda pública, que ya supera el 100% del PIB, un nivel alarmante en tiempos de paz. Y con las tasas de interés altas, los pagos de intereses de esta deuda alcanzarán 1 billón de dólares anuales para 2026, consumiendo gran parte de los impuestos de los ciudadanos.
Esto deja al gobierno con menos capacidad para financiar emergencias, infraestructura o nuevos estímulos, un problema conocido como “erosión del espacio fiscal”.
Mientras tanto, las políticas se anulan entre sí: el gasto fiscal estimula la economía, pero las tasas altas la enfrían, dejando a la economía “corriendo en el lugar” sin avanzar realmente.
Las PYMES son las más afectadas por este conflicto.
Las tasas altas encarecen los préstamos, reducen su flujo de caja y enfrentan estándares crediticios más estrictos.
Además, los consumidores, agobiados por hipotecas y pagos de autos más caros, gastan menos, debilitando la demanda. Según datos de la Fed, el 75% de las PYMES citan los costos crecientes como su mayor problema, y las tasas de aprobación de préstamos están cayendo.
En contraste, las grandes corporaciones, que acceden a mercados de capital con mejores condiciones, apenas sienten el impacto, creando una economía desigual donde los gigantes prosperan y las PYMES se marchitan.
Debajo de los números macroeconómicos positivos, como el crecimiento del PIB y un mercado laboral fuerte, hay señales de deterioro. La productividad se estanca, la inversión privada cae y la innovación se frena, ya que el crecimiento depende del gasto público, no del dinamismo del sector privado.
Además, los bancos renuevan préstamos a empresas débiles para evitar pérdidas, creando “empresas zombis” que no innovan ni contratan, pero consumen crédito valioso.
El sector inmobiliario comercial también está en riesgo, con préstamos de 2019 que ahora deben refinanciarse a tasas mucho más altas, lo que aumenta los incumplimientos y amenaza a los bancos regionales.
Estos problemas estructurales están preparando el terreno para una crisis mayor.
Si las tasas caen a cero en una recesión, pero nadie invierte ni gasta, la economía podría caer en una “trampa de liquidez”, como le ocurrió a Japón.
Sin espacio fiscal (deuda al límite) ni herramientas monetarias (tasas ya altas), un shock externo podría desencadenar un colapso.
Los mercados ya muestran señales de alerta:
Los rendimientos de los bonos suben,
La demanda de bonos del Tesoro cae y
El dólar se tambalea.
Además, si los recortes fiscales de 2017 expiran en 2025, un “precipicio fiscal” de 4.8 billones de dólares podría agravar la situación.
En resumen, la guerra entre una política fiscal expansiva y una monetaria restrictiva está creando una economía frágil.
La deuda se dispara, las PYMES sufren, la desigualdad crece y los riesgos sistémicos se acumulan, todo mientras los indicadores macro ocultan la gravedad del problema.
Sin una corrección urgente para alinear estas políticas, Estados Unidos se dirige hacia un futuro de crecimiento débil, mercados inestables y una posible crisis de confianza.
Es un sistema al borde del colapso, donde un solo shock podría encender la mecha de una “barrica de pólvora” económica.
Por eso vemos a Trump insistir e insistir en un nuevo presidente de la FED.
Mientras tanto
Existe una desconexión fundamental entre la realidad geopolítica actual y la percepción de los mercados, que siguen operando como si estuviéramos en tiempos normales, ignorando el cambio hacia un mundo mercantilista.